domingo, 12 de abril de 2009

Bendicen al fuego nuevo


Bendicen al fuego nuevo
El atrio de la Catedral fue el escenario de la celebración
Mariana Toriz /El Mundo de Córdoba
México 12 de abril, 2009

II En completa oscuridad, iluminados sólo por las flamas del ‘Fuego Nuevo’, el obispo Eduardo Patiño Leal encendió el Cirio Pascual, para repartirlo con los creyentes.
El Mundo de Córdoba
Con velas y cirios en la mano, decenas de feligreses se congregaron en La Catedral para participar en la bendición del Fuego Nuevo, escuchar el Pregón Pascual y la Liturgia para celebrar el bautismo y la renovación de las promesas bautismales, para recibir el Domingo de Resurrección con un espíritu renovado.
La casa de los católicos permaneció a oscuras, mientras en el atrio se prendió una gran fogata para que el obispo Eduardo Patiño Leal, vestido de blanco, tomara con una vara el fuego para prender el cirio, bendecirlo y posteriormente ingresarlo a La Catedral.
El cirio fue colocado del lado izquierdo del altar para iluminarlo. Antes, Monseñor pidió a las autoridades comprender la celebración religiosa, porque el concierto de música, que después de las 10:00 horas aún seguía en la explanada del parque 21 de Mayo, no dejó escuchar parte de la celebración de la Vigilia Pascual, por lo que cerraron la puerta principal de la iglesia. Adentro, el Obispo se dirigió a los cientos de feligreses para recordar que “la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu”.
En la Liturgia de la Palabra, bajo la entonación del Gloria y el sonido de las campanas, se recorrió el camino de amor que Dios ha seguido desde nuestros primeros padres, pasado por la elección de un pueblo y, con la venida al mundo, la consumación de su promesa de no dejarnos solos. Después, los feligreses renovaron las promesas bautismales dentro de la Vigilia Pascual, ya que ellos son ya parte de la Iglesia y lucharán mano a mano por alcanzar el cielo.
En la Liturgia Bautismal Cristo, Dios vivo, desciende a la hostia en la última parte de la Vigilia Pascual, no sólo para quedarse sino para entrar en nosotros y poder dialogar de corazón a corazón. El Sábado Santo la Iglesia permaneció junto al sepulcro del Señor meditando en su Pasión y Muerte, absteniéndose de celebrar el sacrificio de la misa, por lo que se conservó el altar totalmente desnudo, las imágenes se cubrieron y los sagrarios permanecieron abiertos.

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