domingo, 5 de abril de 2009

Salman Rushdie. Entrevista


Salman Rushdie Escritor
«Los grandes escritores se plantean decir la verdad a los poderosos»
El novelista de origen indio acaba de publicar 'La encantadora de Florencia'
05.04.09 -
CÉSAR COCA
BARCELONA
Salman Rushdie, fotografiado en Barcelona.
SU TRAYECTORIA
Nació en Bombay (India) en 1947.
Formación: Hijo de una familia musulmana acomodada, a los 14 años se trasladó a Londres. Estudió Historia en Cambridge.
Obras: Publicó su primer libro. 'Grimus' en 1975 y obtuvo escaso eco. Con 'Hijos de la medianoche' (1980) se hizo famoso en todo el mundo. Después ha publicado una docena larga de libros, como 'Vergüenza', 'El último suspiro del moro', 'El suelo bajo sus pies', 'Harún y el mar de las historias', 'Furia', 'Shalimar el payaso', 'La sonrisa del jaguar' y 'Pásate de la raya'. Jomeini promulgó una 'fatwa' que lo condenaba a muerte por 'Los versos satánicos'. Su última novela es 'La encantadora de Florencia' (Mondadori).
Premios: Ha conseguido numerosos galardones, el más importante el Booker. 'Hijos de la medianoche' fue elegida también el mejor Booker de la historia. Desde hace años, es uno de los favoritos para el Nobel.
Salman Rushdie (Bombay, 1947) parece feliz. Su sonrisa irónica, su sentido del humor acrisolado durante diez años de sinvivir por la fatwa de Jomeini, su pasión por la vida, el amor y la fantasía como antídotos ante la violencia y el horror avalan esa imagen de satisfacción que irradia. En su último libro, 'La encantadora de Florencia' (Ed. Mondadori), despliega una singular capacidad de fabulación para contar una historia deslumbrante: la de una mujer misteriosa, bella y diestra en el uso de la hechicería que viaja en el siglo XVI de la India a Florencia. Rushdie se ha trasladado hasta Barcelona para presentar su novela, en la que, como en todos sus trabajos, reflexiona sobre el amor y el poder, con la religión de fondo. De esos mismos asuntos habla en una entrevista concedida a este periódico.
-La religión vuelve a aparecer en este libro. También la religión es un relato, pero mientras en Occidente hay cada vez más escepticismo, en Oriente hay un número creciente de adeptos.
-Un poco menos de religión estaría bien. Tal vez tendría que decir mucha menos religión. Hay muchos movimientos religiosos radicales en este momento, y han sido muy dañinos en algunos países, como Estados Unidos. Creo que ha llegado el momento de que intentemos vivir nuestras vidas sin los beneficios que nos prometen los dioses si los seguimos, o si seguimos a quienes dicen hablar en su nombre.
-Pero no dejan de surgir religiones. Muchas han aparecido en el último medio siglo. ¿No le parece que eso significa que algo ofrecen a los seres humanos?
-Vivimos en un momento de gran incertidumbre, con grandes cambios. Hay gente que queda estupefacta ante esos cambios y se retira a cobijarse bajo la tranquilidad que le dan las religiones, grandes o pequeñas. La religión da certidumbres, guía de la mano a quienes se cobijan en ella. Hay gente que necesita eso.
-¿Y los enfrentamientos se producen porque esas personas guiadas de la mano van unas hacia un lado y otras hacia otro, sin posibilidad de encontrarse?
-Sí claro, es así. Me resulta muy atractiva una idea procedente de la mitología griega, la de los humanos que van más allá de los dioses. Cuando se acaba la etapa de los dioses, los hombres han de seguir solos, han de buscar su camino. Es como si los dioses correspondieran a la etapa de niñez y juventud de los humanos y desaparecieran al llegar a la edad adulta. Eso es algo que está presente en las religiones politeístas: en un cierto momento, los dioses nos sueltan de la mano para que hagamos lo que podamos. A mí me gustaría que los dioses me dejaran en paz.
La religión y los sueños
-También a algunos de sus personajes...
-Claro, porque todas las religiones generan problemas, y eso me parece interesante como materia novelística. El emperador Akbar, uno de los personajes de mi novela, se interroga sobre la naturaleza misma de la religión. Tiene dudas y por ello algunos en su imperio piensan incluso que ha perdido la fe, pero no es así. El emperador reflexiona sobre si los humanos necesitan una religión. Algo parecido pasaba en Florencia en el siglo XVI: allí la lucha iba del puritanismo de Savonarola al otro extremo. Primero él quemó a muchos y luego la revuelta posterior lo quemó a él y durante unos años triunfaron algunas formas de hedonismo. Esa lucha en torno a la religión se daba en el siglo XVI, como se da ahora.
-Acaba de hablar del puritanismo. Usted ha dicho que puritano es cualquiera que no soporta que otros sean felices. ¿Podemos serlo?
-La felicidad absoluta es un sueño. En la realidad sólo se da una felicidad temporal. De vez en cuando somos felices, y es una suerte. La felicidad existe en la familia, en los amigos. Los humanos sacamos fuerzas de esas relaciones.
-Y si no las tenemos, las inventamos. Akbar tenía un harén pero la esposa que lo hacía más feliz estaba sólo en su imaginación. ¿Sin sueños podemos ser felices?
-Todos tenemos nuestros sueños y sabemos que desempeñan un gran papel, incluso para mantener nuestra cordura. No tener sueños es empezar a volverse loco. En mi novela hay muchos soñadores, mucha gente que vive en la frontera entre el sueño y la realidad. Eso es algo que se encuentra en casi todos mis libros. Y esa frontera, por cierto, es muy fácil de traspasar sin apenas darse cuenta.
-También hay en 'La encantadora de Florencia' una reflexión sobre el poder. Hay gobernantes que quieren guiarse por criterios morales pero se convierten en déspotas.
-Sí, es cierto. Hablo mucho en ella sobre las relaciones entre el poder y el bien, sobre si en la propia naturaleza del poder está apartarse del bien.
El poder del terror
-¿Y era entonces igual que hoy?
-Los comparaciones con el momento presente son tan evidentes que ni siquiera me pareció necesario subrayarlas. En el libro hablo de un período con grandes abusos de poder: quien lo alcanza se considera a sí mismo todopoderoso y no tiene ganas de abandonar ese estatus. Era una época de tiranos. Ahora bien, cuando escribes del pasado casi siempre lo haces sobre hoy mismo. Miramos el pasado desde el presente, fijándonos en lo que más nos interesa desde la perspectiva de nuestro tiempo. Por eso el pasado cambia con cada generación porque cada una se detiene en cosas diferentes.
-Las tres ciudades a las que se siente más vinculado, Nueva York, Londres y Bombay han sufrido terribles ataques terroristas en los últimos años. ¿Sigue pensando que debemos luchar contra el miedo?
-La reacción de los ciudadanos en esos tres lugares fue esa: no dejarse llevar por el miedo. En Bombay volvieron a la normalidad de forma casi inmediata. El café destruido por la explosión abrió en 48 horas. El hotel Taj Mahal está en funcionamiento, al menos en parte. En Bombay la gente siempre ha reaccionado así. La ciudad ha sufrido tres atentados graves en quince años, y nunca han logrado alterar la vida de sus ciudadanos. Londres tenía la experiencia de los ataques del IRA, y fue igual. Y en Nueva York hubo al principio mucho temor, pero la ciudad ha vuelto a ser la misma de siempre. En todos los casos, esa era la única manera de salir victorioso del suceso y demostrar que los terroristas no pueden cambiar la vida de una ciudad.
-Alguna vez ha comentado que las novelas deben consternar a los poderosos. ¿Cree que con la que está cayendo por la crisis les queda margen para consternarse?
-Ahora todos estamos consternados, es cierto. Quizá por eso este sea el momento de la literatura infantil, porque plantea las cosas de otra manera. De todos modos, hay escritores que no se plantean las cosas así, que no tienen ese interés. Creo que la diferencia entre unos y otros es que los grandes son quienes se plantean decir la verdad a los poderosos.
-Los políticos de hoy impresionan menos que los del tiempo en que está ambientada su novela.
-A mí no me impresionan demasiado los líderes actuales. Obama puede ser la excepción.
-¿Por qué?
-Me parece inteligente y cosmopolita, y estoy encantado de que alguien como él esté en la Casa Blanca. Por eso lo apoyé durante la campaña. He comentado varias veces que incluso quienes no le votaron son conscientes de que, pese a la grave crisis, hay una mejor atmósfera en Estados Unidos desde su llegada a la presidencia. Habrá que esperar y ver lo que hace.

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