Pasión y fe cordobesa
Bajo intensos rayos de sol, se recordó la muerte de Jesús
Tatiana Martínez C. /El Mundo de Córdoba
México 11 de abril, 2009
Entre calor y viento se elevaron plegarias para el descanso eterno antes de la procesión del Santo Entierro.
El Mundo de Córdoba
Un suave viento sopló mientras la sirena de bomberos y la matraca de madera de la Catedral sonaban. Eran las 15:00 horas y Jesús había muerto. Bajo los intensos rayos del sol, cientos de cordobeses recordaron la muerte de Jesucristo, tras participar horas antes del Vía Crucis.
No importó el calor para la fe. Al sonido de tres campanadas, de la matraca y la sirena, la mayoría de los que estaban en el atrio de la Catedral de la Inmaculada Concepción o en el parque 21 de Mayo se hincaron. Niños o adultos, jóvenes o ancianos, hombres o mujeres rezaron por igual el Credo y el Padre Nuestro con la mirada puesta en el Cristo crucificado.
Tras los rezos, se llevó a cabo el descendimiento de la Cruz. La imagen de Jesús fue bajada de lo alto para colocarlo en una caja de cristal; tras de Él colocaron en fila las esculturas de la Virgen María, San Juan, San Pedro, María Magdalena y Santa Verónica, para realizar la procesión del Santo Entierro. Los santeros se encargaron de cargar las pesadas imágenes en procesión seguidos de una multitud creyente. Recorrieron la avenida 3, hasta la calle 9, de ahí por la avenida 1 hasta la Catedral.
Bajo intensos rayos de sol, se recordó la muerte de Jesús
Tatiana Martínez C. /El Mundo de Córdoba
México 11 de abril, 2009
Entre calor y viento se elevaron plegarias para el descanso eterno antes de la procesión del Santo Entierro.
El Mundo de Córdoba
Un suave viento sopló mientras la sirena de bomberos y la matraca de madera de la Catedral sonaban. Eran las 15:00 horas y Jesús había muerto. Bajo los intensos rayos del sol, cientos de cordobeses recordaron la muerte de Jesucristo, tras participar horas antes del Vía Crucis.
No importó el calor para la fe. Al sonido de tres campanadas, de la matraca y la sirena, la mayoría de los que estaban en el atrio de la Catedral de la Inmaculada Concepción o en el parque 21 de Mayo se hincaron. Niños o adultos, jóvenes o ancianos, hombres o mujeres rezaron por igual el Credo y el Padre Nuestro con la mirada puesta en el Cristo crucificado.
Tras los rezos, se llevó a cabo el descendimiento de la Cruz. La imagen de Jesús fue bajada de lo alto para colocarlo en una caja de cristal; tras de Él colocaron en fila las esculturas de la Virgen María, San Juan, San Pedro, María Magdalena y Santa Verónica, para realizar la procesión del Santo Entierro. Los santeros se encargaron de cargar las pesadas imágenes en procesión seguidos de una multitud creyente. Recorrieron la avenida 3, hasta la calle 9, de ahí por la avenida 1 hasta la Catedral.
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