Muestran dolor en la Procesión del Silencio
Con luz de velas, cientos de fieles, que abarcaron más de seis cuadras, acompañaron a la Virgen de la Soledad
Tatiana Martínez C. /El Mundo de Córdoba
México 11 de abril, 2009
Cientos de fieles observaron el pesar de la Virgen, madre de Jesús.
El Mundo de Córdoba
El rictus de dolor de la Virgen de la Soledad fue apreciado ayer por miles de creyentes que siguieron a la imagen en la Procesión del Silencio por las principales calles de la ciudad.
Iluminados por velas y en completo silencio, los católicos se contaban por cientos y abarcaban más de seis cuadras atrás de la desconsolada imagen vestida de negro y con lágrimas en el rostro.
A las 20:00 horas, el obispo Eduardo Patiño Leal, vestido de túnica negra, y el padre René Cesa Cantón encabezaron la procesión en la Catedral de la Inmaculada Concepción. Delante de ellos, varios varones cargaban una pesada cruz, y más atrás, eran cargadas las imágenes de San Juan y María Magdalena.
Los miles de devotos caminaron a lo largo de la avenida 3 hasta llegar a la calle 13, donde dieron vuelta para ubicarse sobre la avenida 1, de ahí hasta la calle 4 y luego otra vez sobre la avenida 3 para concluir en la Catedral.
Al paso de la Virgen de la Soledad por el Centro Histórico, las luces fueron apagadas, acompañando a la madre de Jesús, quien horas atrás había sido crucificado. La inmensa procesión causó la admiración de quienes veían desde las banquetas, en Los Portales o en los hoteles. Al término de la procesión, los fieles se acercaron a dar el pésame a la Virgen.
Con luz de velas, cientos de fieles, que abarcaron más de seis cuadras, acompañaron a la Virgen de la Soledad
Tatiana Martínez C. /El Mundo de Córdoba
México 11 de abril, 2009
Cientos de fieles observaron el pesar de la Virgen, madre de Jesús.
El Mundo de Córdoba
El rictus de dolor de la Virgen de la Soledad fue apreciado ayer por miles de creyentes que siguieron a la imagen en la Procesión del Silencio por las principales calles de la ciudad.
Iluminados por velas y en completo silencio, los católicos se contaban por cientos y abarcaban más de seis cuadras atrás de la desconsolada imagen vestida de negro y con lágrimas en el rostro.
A las 20:00 horas, el obispo Eduardo Patiño Leal, vestido de túnica negra, y el padre René Cesa Cantón encabezaron la procesión en la Catedral de la Inmaculada Concepción. Delante de ellos, varios varones cargaban una pesada cruz, y más atrás, eran cargadas las imágenes de San Juan y María Magdalena.
Los miles de devotos caminaron a lo largo de la avenida 3 hasta llegar a la calle 13, donde dieron vuelta para ubicarse sobre la avenida 1, de ahí hasta la calle 4 y luego otra vez sobre la avenida 3 para concluir en la Catedral.
Al paso de la Virgen de la Soledad por el Centro Histórico, las luces fueron apagadas, acompañando a la madre de Jesús, quien horas atrás había sido crucificado. La inmensa procesión causó la admiración de quienes veían desde las banquetas, en Los Portales o en los hoteles. Al término de la procesión, los fieles se acercaron a dar el pésame a la Virgen.
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